Emocionantes son las horas en el asiento de un parque en el que sabemos pronto todo estará en movimiento. La mecánica nos llevará por los cielos y como por arte de magia, sentiremos que estamos en un estado de excitación de otra dimensión.
En segundos nuestro corazón se agita, sin refuerzos nuestro cuerpo reacciona en modo de alerta pero también del orgasmo de la adrenalina. Es así la sensación cuando cruzamos la línea. De un límite a otro, de una frontera a otra, de una cancha a otra. Y todo está en el punto decisivo de cruzar esa línea.
Innumerables motivos podrían sernos dados para rechazar el paso decisivo al otro lado, a cruzar la línea. Pero aunque es cierto que hay líneas más gruesas que otras, es inevitable regresar el paso cuando se ha comenzado el movimiento, pues la inercia tiende a avanzarnos a nuestro deseo de progreso y descubrimiento y nuestras intenciones se conjugan con el peso de nuestro ser para ir detrás de nuestro primer paso.
Cruzar la línea es en suma el paso más complicado, pero sin duda el más emocionante.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Puuffff
Publicar un comentario