17.1.12

De los danzantes de la Risa (de los vivientes de la vida)

Dicen que el que ríe al último ríe mejor, pero todos al último, morimos, no reímos. Y al hacerlo, nuestra soledad nos acompaña dulcemente. Arremete sus pesadas cadenas de inmovilidad e inexpresividad. Y a lo largo de nuestra vida reímos, pero no al último. Reímos acompañados, solos, en los viajes, en la quietud, en los pensamientos, en las fantasías. Reímos.

Y en la inútil vida, porque toda vida es inútil a sí misma porque todo muere, conocemos otras risas. Cruzamos caminos con sus sonidos, sus texturas, los colores rimbombantes, otros tenues, excitantes, y otros tantos muy solemnes. Y me pregunto yo: esas personas acomodadas en nuestro paso sabrán qué carajo hacen metidas en nuestro camino de vida? Y nosotros, como buenos anfitriones, habremos hecho el espacio apropiado para sus deleites e inutilidades? Por qué a unos sí los habremos invitado a sentarse? Será su risa que nos contagia de nuestro mismo eco? Que encontramos en esas presencias otro poco más que no sabemos de nosotros?

A ellos, a quienes has enviado cruzar por la puerta trasera por haberte causado un disgusto, habrás de un día recordar porqué les habrás abierto la puerta? Quizá son piezas para adornar tu casa, tu propia historia de vida. Para contar con sus risas momentáneas o protagonistas lo bien que la pasaste amando la vida, viviendo en tu vida, en tu casa, en tu risa.

Y en la sinfonía de tantos sonidos que un día parecen extraños vas a preguntarte un día si habrás elegido adecuadamente a esas personas que permanecen en tu casa, si por algún error o confusión por tanto ruido, no habrás dejado afuera algunas piezas importantes de tu apasionante vida. Y tendrás miedo de asomar por la ventana, no vaya a ser que se haya extinguido su risa, o peor aún, que ellos rían al último porque tú morirás sabiéndolos lejos de tu vida, risueños, vibrantes, olvidadizos de ti, de cómo cruzaste por sus vidas y luego corriste a tu casa. Recordarán sólo un sonido pero no tu risa, ni tu vida.

Los breves pasajes que compartieron en tu casa se habrán volcado irrelevantes. Si no es que ya hubiesen muerto aplastados por el eco de otras risas que resuenan en tu casa, que desplazan a los durmientes y arremeten contra el gusto. Y ellos y tú, finalmente se preguntarán acerca de sus decisiones, y se les irá de la boca la risa y entonces estarán muertos y esperarán cotidianamente ser enterrados en las cajas del olvido, donde no resuenan las risas,ni se amueblan las casas, ni se entrecruzan las vidas.

No hay comentarios: